viernes, 16 de octubre de 2009

Por qué amamos el kitsch: el arte chatarra no nos da trabajo



" En un mundo políticamente correcto deberían coexistir tanto lo muy bello como lo totalmente desagradable y ambos ser aceptados de igual forma, sin predilecciones ni favoritismos.En un mundo imperialista la cosa sería más fácil: si decretamos ilegal la existencia de objetos bellos, no habría la posibilidad de la belleza purificada; es decir, no existiría el kitsch.
Pero la pregunta es: ¿ en realidad hay que deshacernos del kitsch? Uno de los grandes placeres que disfrutan los Franceses (y en general del resto de la humanidad) además del sexo (que en general también disfrutan algunos franceses), es la comida. No podremos negar el placer de disfrutar un delicioso platillo. Pero no podemos evitar lo inaceptable de las consecuencias como diría Kundera. Si queremos placer estético, también debemos aceptar la existencia de sus desechos tóxicos.Con esto no me refiero a que debemos “acariciar” al kitsch… !que asco! Me refiero simplemente a aceptar su existencia como parte del desperdicio o el escombro que se genera para poder llegar a los objetos que valen la pena.Lo difícil es pensar en el grupo de la población que se regocija acariciando al kitsch. No quiero ni hablar de las opiniones que he escuchado sobre un famoso restaurant de cabrito. Mientras algunos critican ese tipo de “Art Raegió” (como ya lo bautizaron), hay quienes increíblemente lo defienden alegando asuntos de“identidad”, “arte popular”, etc. La verdad es que no existe algo así como arte popular. Existe lo popular y existe el arte, pero este último no se determina por la CANTIDAD de personas que lo aprecia, sino en función del simbolismo y la interpretación estética. Pretender confundir los desechos con la comida es algo que simplemente denota ignorancia, o mal paladar!“El Kitsch es pretención, pero no toda pretención es kitsch. El kitsch pide que uno sea parte del juego. En el verdadero kitsch lo que es imitado no puede ser imitado. De estama nera la pretención es mutua. Se es cómplice a sabiendas.Lo opuesto al Kitsch no es sofisticación sino inocencia. El kitsch es arte pretendiendo tener un significado. Y uno, al aceptarlo, está pretendiendo sentirlo y entenderlo. Por lo tanto el kitsch se basa en clichés y códigos que convierten las emociones en una forma pre-digerida –laforma que puede ser imitada más fácilmente. Igual que comida procesada, el kitsch evita todo tipo de energía en el organismo que demande algo de moral. De esta manera pasa de comida chatarra a ser mierda, sin requerir uan sola pizca de nutrientes.” Roger Scruton, 1999

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